sábado, 25 de agosto de 2007

El día ya llega
Sigo en el propósito de rodar y ajustar las piezas que van mostrando desajustes salir todos los días en Ella para irme familiarizando con sus elementos y pormenores, y me impaciento pensando que no he podido conocer lo suficiente a mi consorte para esas vacaciones: va ha ser como estrenando novia en un paseo, que uno no sabe para donde va a coger, de repente se rancha a hacer una pataleta por cualquier cosa, y si el paseo es lejitos y hay que quedarse célibe que peligro; todo el fin se semana podría ser de cuaresma, en permanente vigilia.
La fecha se acerca y me imagino el auto lleno de trastos, la distribución de la carga, con sus envases de agua y reserva de combustible como alforjas sobre los estribos; la carpa nueva, reluciente y mi TOTÉ asomada por la ventanilla. Estamos a punto de dejar nuestro lugar, amigos y familiares. Ya nos despediremos de los parientes y la oposición; los que pensaron que nunca lo haríamos, de los que comentaron que la locura era furiosa, de los que creyeron y nos impulsaron, nos alejamos de la comodidad y seguridad de la casa y la dejamos a la eventualidad de que puedan suceder cosas que tal vez pudiéramos lamentar. Afortunadamente Dios no me ha entregado el don de la cordura más temprano y me dejó picar por el cucarrón de la aventura antes de que se me acabe la carne en el trasero; que es la que voy a necesitar para estos 20.000 kilómetros.
Tenemos una lista de todos los ingredientes y secretos que se pueden necesitar, inclusive revisándola bien, veo algunos que no son esenciales; pero aún así hemos ido haciendo un acopio punto por punto, de muchos; tenemos encargados a unos amigos en tierra fría por allá por Canadá, los abrigos y estamos esperando que pase el invierno para que nos los hereden, pero el protocolo de Kyoto como que no ha permitido la transacción; eso si se ha acuartelado en primer lugar, el miedo en cada maleta, en el botiquín, en la caja de herramientas, en los mecanismos viejos y oxidados; viéndolo bien hasta en los huesos. Pero voy a sacar coraje de donde no lo tengo; así como los hinchas del deportes Tolima cuando van a la copa libertadores.
(Papá fue tristemente Hincha del Tolimita en los tiempos en los que no ganaba nada, se peleaba el último lugar con el Cúcuta, pero el contrato en el que todo padre debe heredar a su camada el trastorno de seguir a los paquetes de la ciudad o sea la transmisión de camiseta de generación en generación no fue una obligación en la casa; puede irle como a los dioses o como a los perros no me mortifica y si gana la copa, solo soy fanático por un par de días; en otras palabras no heredé esa tara)
En los viajes, Papá comenzaba a hacer fuerza desde antes de salir, se le veía a la vez emocionado y angustiado; subir la línea era una empresa de alto riesgo, pero al mismo tiempo, sufrimiento y gloria; cuando llegábamos a la punta, El como que dejaba de empujar el auto, ya no cabeceaba más, era como rebasar la frontera, del lado de allá estaba la meta para El no había varadas de bajada ni en plano; “subiendo se conoce la máquina y bajando el conductor” decía. Eso heredé, la emoción de manejar, de salir de paseo, de conocer. Hago más fuerza que el motor en las subidas, conservo el impulso duramente conseguido con maniobras innombrables, peleo con la gravedad en todas las montañas, me parece un ultraje meter primera, debería subir en directa toda la cuesta.
En este momento me acuerdo nuevamente de todo lo que me falta y abro la boca para coger aire y respirar y quedo pasmado por que lo siento: un chorro helado que baja por mi garganta que si bien no hace frío lo siento entumecerme. Me aseguro de que su recorrido acabe en los pulmones. Si ese aire llega al corazón, me congela la sangre. Tengo bastante susto. No importa que haya aparentado ser fuerte. No importa lo que haya dicho antes, entre tanto, tengo verdadera comezón, pero parece que nadie se ha dado cuenta.
Cuando pienso en el momento de partir, ese sentimiento se hace más profundo y solitario. Parece que voy a ir sentado en un asiento armado con puntiagudos resortes. La duda es la única compañía que noto a mi lado cuando miro a través de las ventanas del carromato. El cuadro verde de nuestras montañas, con las ondulaciones de la tierra, los rostros de esta multitud mestiza a la que ya estoy aclimatado sé que van a cambiar por la incertidumbre y el culillo que asistidos con este pasaporte Colombiano consigue que me acobarde más; este es el triste impuesto del viaje. Por lo tanto hoy me siento viajando en un vehiculillo. El sentimiento no varía, está ahí, solo, nadando en cada pensamiento.
El auto, la vía, la gente, los paisajes, todos desconocidos, constituyen el mapa real y misterioso. Nos aguarda lo extraño para torcer lo rutinario y encontrar atracción entre la incertidumbre; el temor nos devuelve un guiño a nuestro esfuerzo para avanzar con rumbo incierto.
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PRIMERAS PRUEBAS aprendiendo a caminar

SEGUNDA ETAPA DE PRUEBA (Primera semana de Junio 007)
Después de casi dos meses en el taller de donde se hizo la pintura y se corrigieron algunos defectos de la carrocería se cometieron nuevamente fallas como con la batería: la que adquirimos no cupo en la caja. El tren delantero se desarmó para corregir el camber. En esta semana estuve ensayándola nuevamente ya está repintada y los repuestos de la transmisión ya llegaron y se instalaron asimismo la ruedas nuevas; pero cometí el error de no traer los neumáticos y con unos nacionales he tenido toda suerte de pinchazos (se desinflan solos, perforados por el roce con el aro); inicialmente los frenos funcionaron bien pero a medida que fueron encajando con las campanas y otras partes desconocidas entre si, deben hacerse nuevos ajustes ya que me hicieron pasar otra vez un tremendo susto. La dirección a pesar de los arreglos que se le hicieron deberá ser revisada nuevamente ya que sigue muy dura. Ya ha hecho su primer viaje intermunicipal sin contratiempos, fuimos a Jamundí a 12 Kms. Al sur todo plano y la vía en muy buenas condiciones; la potencia del motor es lo mas notable y podríamos tener una velocidad de “crucero de OCHENTA KILÓMETROS POR HORA” (80 Km./hora) francamente emocionante y los tramos diarios previstos, creo que si pueden ser de 400 Km., en terrenos planos, que son la mayoría del viaje. La caja de velocidades no me gusta sigue muy ruidosa, despide la segunda marcha sin protocolo alguno y sin previo consentimiento. El aislamiento interno mejoró notablemente y sumado a la instalación del silenciador ha hecho el cubículo casi habitable.
Salgo de nuevo y esta vez para hacer un recorrido de montaña con la familia, escalar la cordillera occidental, que en este punto no supera los 2000 metros de altitud; la idea es hacer unas fotos en lo alto y preferiblemente con neblina, para dar un aire de alta montaña; iniciamos la cuesta con gran solvencia pero nuestro viaje se ve arruinado por un pinchazo; la rueda de repuesto no sirve ya que el aro en la prueba anterior fracasó dejando ver que su estructura no soportará esfuerzos laterales por lo tanto tendré que sumarle a la lista de importados. Nos toca regresar a buscar donde la reparamos, gracias a Dios llevamos carro acompañante; el ascenso llegó hasta los 1300 nada más pero aún así sabemos que la potencia es suficiente y el motor va ajustando y mejorando su marcha, el ralenty está en un buen punto pero sé que puede mejorar. Regresa a casa en grúa ya que los frenos en la bajada se terminaron de des-tensionar y ya no representan nada.
Al igual que a todos los que se imponen un reto grande me asalta la duda y la expectativa a la que tendré que irme sobreponiendo con el paso de los días y los kilómetros que le vaya haciendo.
Julio 3 de 2007

En esta semana decidimos hacer el primer viaje inter-departamental
Entre las ciudades de Cali y Popayán que están distantes 132 kilómetros; con bastantes preparativos y la caja de herramientas completamente llena, salimos a horas del medio día bajo un sol abrasador de verano por lo que la temperatura lindaba los 33ºC decidimos llevar carro acompañante y fue lo mejor ya que solo salir de la casa y ya tuvimos el primer percance; el auto se paró intempestivamente y no quiso arrancar en este punto y con ese sol vertical cayendo como un baldado de plomo derretido; decidí no hacer mecánica solo le verifiqué que el combustible estuviera fluyendo libremente cosa que así era, por lo que con un pequeño remolcón de mi acompañante, Pulecia volvió a arrancar, fuimos hasta la estación de servicio más cercana y llenamos el tanque con este biocombustible que nos está biodegradando y bio-desintegrando el tanque de gasolina, por lo que, a pesar de la trampa de agua y sólidos y los dos filtros que tiene instalados, el volumen de sólidos oxidados que va a parar al carburador es enorme.
Con mucho ánimo salimos a toda 60 como decía Papá por la panamericana rumbo al sur y 8 kilómetros más adelante el motor volvió a detenerse y como parte del equipo acompañante era un grupo familiar muy nutrido compuesto por tres niñas, (Toté y dos sobrinas), mi hijo Juan Felipe y mi mujer, esta nueva varada frente al control de la policía de carreteras hizo saltar chispas no solo de las bujías; los agentes agobiados por el calor se compadecieron y permitieron que mi auto acompañante me arrastrara con la disculpa de buscar una sombrita más adelante. Remolcados llegamos hasta Jamundí a 4 kilómetros y allí como un pollo al horno agobiados por el calor, bajamos el carburador; efectivamente un mugre de gran tamaño logró colarse por la intrincada red de coladores y fue a templar al vénturi; como el gran hallazgo lo contemplamos, entre ofendidos y victoriosos y volvimos a armar confiados en que este era el daño. Pues así fue los siguientes 120 kilómetros nos lanzamos como volador sin palo, los hicimos en dos horas y media con una topografía con 40 KM. De plano y 80 KM. de montaña con velocidades de 75 KM/hora en el plan y 25 KM/hora en subida. Era tal la velocidad en la cuesta que logramos sobrepasar tres camiones que al vernos se hacían a un lado para dar crédito a la antediluviana que iba pidiendo pista. Los frenos siguen mejorando pero aún no me resuelven los imprevistos en los que hay que detenerse abruptamente.

Durante el primer tramo me fue pasando el bochorno y el culillo de una nueva varada, que la familia no vería con buenos ojos, la paciencia de camionero no les ha florecido; después de un rato ya estaba feliz tuve ojos para encontrar esa atmósfera pura, de azul intenso que solo se da en verano en Popayán y los vientos que bajan del volcán frescos y alegres nos contagiaron; Nancy mi esposa, que ejercía de copiloto logró aflojar palabra también; y por fin pudimos soñar como sería el viaje que le arreglemos el cojín que esto y lo de más allá. Logramos ver con claridad lo que van a ser estos dos meses de aventura extrema; indudablemente tal como lo he pensado el recorrer kilómetros me va sobreponiendo a las dudas y me va haciendo ganar confianza.
Oh! Sorpresa en Popayán encontramos bujías de repuesto y ya tengo como para llegar a la Argentina que esperamos por allá encontrar los repuestos de recambio que sean necesarios tales como platinos, correa de pronto el disco del embrague. Otro tema que vamos a resolver en Popayán es la suspensión que está muy frágil por lo que la reforzaré con una nueva hoja de resorte adelante y otra atrás. Lo mismo que los tapices de piso y estribos serán instalados.
En Popayán me estaban esperando los amigos Felipe Velasco, Pedro Caicedo, Kiko Lehmann, El Checo Velasco, Kike Perdomo y su hermanito Caito, algunos bien acompañados como es la buena costumbre “patoja” sacaron su reliquias una pick up 30 un mercury 39 y un mercedes que ya casi clasifica

En uno de los recientes y hermosos viaductos en el tramo entre la linea y Cajamarca

viernes, 24 de agosto de 2007

en Mondoñedo entrando o Bogotá



Durante el viaje de prueba que se hizo a Bogotá en compañía de Juan Felipe mi hijo que tomó la foto, aquí vamos por los valles del Tolima y les escribí un mensaje a los parientes que decía Va pulecia entre la bruma con cocuyos en la frente

En la linea

En medio de un tráfico feroz por la vuelta a Colombia y una cerrada niebla (neblina) aqui en el alto de la linea con juanfe tiritando del frio

Pongamos a andar un viejo sueño

Ya tengo por fin el auto QUE SIEMPRE ANHELÉ y de pronto, el mundo está a nuestro alcance. Voy a ir al fin del mundo; como me decían en la casa vallase pa la Patagonia; Pues le voy a hacer caso a mi Mamá.

Un sueño que se inició hace seis años con la consecución de unos fierros oxidados, restos de un Ford 1928 que fueron tomando forma poco a poco y después de noches de añoranzas y desvelos, después de incalculables fines de semana mecaniquiando, después de innumerables madrugadas hablando y hablando, después de días nublados y despejados, después de sueños y pesadillas, de interminables noches de insomnio y suspiros, después de años y años dándoles forma a estos retazos, después de evaluar y decidir, de pensar y pensar... por fin

VOY A HACER EL VIAJE AL FIN DEL MUNDO: VAYASE PA LA PATAGONIA

Seis años dándole a restaurar, no, no, no; a armar, noooooo; a ensamblar mmmmm no se; es que había tan poco, que solo un perturbado se mete en semejante empresa, era sacar de la basura una chatarra extraviada, olvidada e intentar salvarla para luego pensar que hiciera la friolera de 20.000 Kilómetros sin detenerse, subir a donde un modelo del siglo XXI lo pensaría dos veces, recorrer lo que fondillo alguno jamás soñó en semejante incomodidad, es que si me dicen que por que elegí este tiesto, es porque no encontré nada peor.

Marco Polo, Magallanes, Colón, también tuvieron ante sus ojos una tierra desconocida, deseada, acariciada largamente en sus planes; construyeron naves y se transportaron en ellas, llegaron a sitios completamente desconocidos y Yo también quiero hacer lo mismo, guardadas las proporciones. (Ellos no tenían celular).
Hoy casi todas las carreteras han sido surcadas, las montañas han sido escaladas, se han recorrido todos los mares, desiertos y selvas... Entonces, ¿donde está la aventura actualmente? Nosotros creemos que está en el desafío de hacerlo a lomo de un FORD-MULA. Luchar contra las cumbres de los andes, pensar este motor guerreando contra alturas de más de 4.000 metros, ir hasta el fin del mundo, ir en un carromato hasta lugares inaccesibles e in imaginados, son formas diferentes y fascinantes de acercarse al mundo desconocido.

Las montañas más escarpadas que altaneras se acercan al infinito serán alcanzadas, las distancias imposibles serán recorridas, los volcanes más soberbios que le declaran la guerra al cielo serán conquistados; ese desierto que se a resistido a ofrecer un hijo, será fecundado con la semilla de la voluntad; la patagonia será registrada, y cada parte de este armatoste tendrá un objetivo preciso que nos tendrá que llevar y traer.
Como decía Papá: “El anonimato parroquial será desterrado”. Seremos el orgullo de los peregrinos.

Mi testamento tendrá un renglón de aventura, de intrepidez, indudablemente de frescura, pero tendrá un apartado de culpabilidad; Me gasté un tiempo que no tenía; dirá en alguna parte que derroché una parte de mi fortuna dándome un gusto, sin el que no podría morirme tranquilo.

PONGAMOS A RODAR UN VIEJO SUEÑO

Bienvenidos
Aquí se puede ver la Restauración durante seis años de Pulecia (una pick up Ford de 1928) y sus viajes de preparación o entrenamiento y el viaje el fin del mundo o del mapa sur americano.